¿Quieres ser Transformer, John Malkovich?

Ayer tuve la oportunidad de ver la película comiquera de la semana: Transformers: El lado oscuro de la luna. Voy a tratar de ver el vaso medio lleno para comentar esto, amigos. Digo esto porque en realidad ninguna de las películas de estos robots gigantes me terminó de gustar del todo, pero hay que decir que esta tercera parte es la mejorcita del grupo.

¿Será porque uno ya está acostumbrado a estas películas? Vaya a saber. Lo que hay que reconocer es que Michael Bay sabe filmar a distintos metales retorciéndose. Por primera vez en esta supuesta trilogía, pude discernir acerca de cuáles robots estaban peleando, cuáles eran los buenos y cuáles los malos. La acción no me resultó tan confusa, y está filmada - si me permiten la expresión - de puta madre. Las escenas en la luna y la destrucción casi total de Chicago son momentos gloriosos para los amantes del cine pochoclero (y si los ven en 3D más aún).

Hablemos del elenco. Sigo sin soportar a Shia LeBouf. Es así, punto. Acá no está la potra indomable de Megan Fox, sino que aparece una rubia de cuerpo impactante y con un aire a Cameron Díaz que cumple con lo que su papel requiere (corre, grita, muestra sus curvas, ¿qué más?). Qué lejos parecemos estar de aquellos tiempos cuando si leías que en un determinado filme trabajaban John Turturro, Frances McDormand y John Malkovich sabías que era una película de los hermanos Coen. Ahora estos actores están a la par de Patrick Dempsey, Tyrese Gibson y el mencionado LeBouf siendo protagonistas de escenas de relleno entre sopapos entre máquinas, qué loco. Malkovich, más vale que te hayan pagado unos buenos mangos por esto... (Aunque entre ésta y Jonah Hex, supongo que andas queriendo pagar algunas deudas, je).

Volvamos a la peli. Por primera vez en la trilogía vemos matar gente en primer plano. Sin piedad por momentos. Incluso los robots luchando suelen emitir un aceite rojo simil sangre que hace que la cosa se vea más dramática. Otro punto a favor de este entretenimiento. Lo que sí, la emoción está ausente a lo largo de casi toda la película (Emoción en el sentido de "Oh, pobre muchachito, lo van a matar"). Ojo, esto no va en detrimento de la película, porque si uno va al cine a ver una de los Transformers, ¿qué quiere ver? ¡Robots fajándose! Y de eso hay muchísimo.

Cuando terminó, caían lágrimas de mis ojos. No por la emoción, sino porque estuve con esos lentes 3D 155 minutos viendo una cámara loca moviéndose por todos lados entre chispas volando, metales derritiéndose, y edificios derrumbándose. 155 minutos de una sucesión de escenas de acción entre robots que se castigaban de lo lindo (creo que es lo mejor que se puede decir de una película de estas).

¿Sucesión de escenas de acción? ¿Y el guión? ¿Guión? Es un compendio de lugares comunes, situaciones ridículas y cosas sin sentido. Igual que las dos películas anteriores, así que esto no es nada nuevo bajo el sol. Pero como dije antes, no se le puede pedir peras al olmo; si vas a ver una de Transformers, querés ver buenos efectos, piñas entre robots, y destrucción masiva de ciudades. De eso se trata esto.