sábado, diciembre 30, 2006

¿Por qué no me gusta la Fierro?

Hace ya un par de meses que estoy queriendo escribir esto, y realmente el tema se me complica un poco, ya que no quiero herir susceptibilidades ni ser malentendido. Pero bueno, a esta altura del año es momento de tomar el toro por las astas y hacerse cargo de la cosa.



Siendo este un blog de comics y siendo yo argentino quizás a más de uno le pasó por la cabeza cómo no había mencionado el regreso de la revista Fierro a las bateas. La Fierro es una publicación emblemática, para muchos es considerada como la mejor revista de historietas que se hizo en Argentina. Cuando apareció allá en 1984 apadrinada por la revista Humor, con dirección de Juan Sasturain, tuvo como meta agrupar lo mejor de la producción nacional e internacional, sin descuidar un lugar para nuevos autores. Nadie puede discutir la importancia de esta revista en los albores de una naciente democracia argentina, con una clara posición frente al pasado y al rol que se propuso cumplir: ayudar a la reconstrucción cultural y hacer resurgir a todo ese material que la nefasta dictadura censuró, ocultó o frenó. Y los dos primeros años de esta revista fueron realmente interesantes, con una solidez notable y con material que iba del Moebius de los setentas a los inéditos hasta ese entonces como el Ficcionario de Altuna y el Sudor Sudaca de Muñoz y Sampayo.

Pero luego no sé si a causa de un cambio de modelo estético, un cambio en la dirección de la revista, o quizás un cambio en el inconsciente colectivo, la Fierro fue perdiendo cauce, perdiendo vigencia, perdiendo ventas. A mi me queda como recuerdo de mi adolescencia ese sentimiento de ir con esperanzas a buscar la nueva Fierro que salía cada mes, y al leerla caer en un profundo sentimiento de descontento, de tristeza, de desorientación, por encontrarme con un material pretencioso al que yo no entendía realmente adonde apuntaba, con dibujos que a veces no llegaba a comprender, y narraciones que no llevaban a ninguna parte. Y así la dejé de leer. Y como yo, varios. Y la Fierro se nos fue en 1992, a los 100 números, realmente sin pena ni gloria. Ninguna publicación pudo recuperar ese lugar que la Fierro había creado/recreado dentro del mercado editorial argentino, y es probable que el estado actual de las editoriales y el cambio en el consumo popular haya borrado para siempre un lugar para ese pequeño y resistente bastión cultural.

Por eso, vaya sorpresa la mía cuando me enteré que la Fierro iba a volver a los quioscos, que renacía de sus cenizas con su espíritu aventurero y volvía en busca de la gloria perdida. Una mezcla de esperanza y desconfianza me cubrió por completo, y tomé la determinación de no hablar de la Fierro hasta que haya leído por lo menos dos números de ella.

Insisto, desde el punto de vista editorial, que se haya rescatado a la Fierro ya de por sí es un logro que merece figurar dentro de lo mejor del año en lo que pasó en el mundo de las historietas argentinas. Ahora bien… desde el punto de vista de cómo volvió… ese es otro tema para mí. Al abrir la primer página de la revista todo parece estar en el mismo lugar, así como estaba en 1992. Y recalco esto, como en 1992, no en 1984. Ya no hay lugar para artistas extranjeros (eso no sería un problema), aparecen los mismos nombres que (perdónenme la crueldad) la llevaron al olvido, y tiene para mi total desagrado un tufillo elitista que tanto mal le hace y le ha hecho a la historieta argentina. Supongo que todo parte de una mala interpretación de lo que se entiende por historieta independiente o underground. En sus orígenes la Fierro tomó como modelo y referente notorio y evidente a la historieta europea, y eso cambió en sus últimos tiempos.

Y eso es lo que volvió en la edición 2006 de la Fierro. Esa asquerosa sensación de leer algo que no sabemos por qué criterio (portación de nombre, por curriculum, por amistad o simpatía con los editores, etc) aparece publicado haciendo que el lector en vez de acercarse a la historieta se aleje pensando que ese es un arte “para entendidos” y que “eso no es para mí”. En un reportaje hecho en el suplemento Radar Juan Sasturain dijo que la Fierro “no le podía gustar entera a nadie, ni siquiera a los que la hacíamos: a los que les gustaba Juan Giménez y Moebius y por ahí para ellos era la historieta de ciencia ficción moderna, no lo podían soportar a Muñoz o puteaban contra El Marinero Turco o Max Cachimba”. Bueno, eso es para mí un problema editorial, amigos, y va directamente en contra de la revista. En el caso de una publicación mensual (casi la única en estos días) de salida popular, habría que cuidar mucho más el material a publicar tratando de minimizar ese problema de “no gustarle entera a nadie” porque en cualquier momento la frase pasa a ser “no le gusta a nadie” y otra vez estaremos frente al cierre de la Fierro.

Si, no me gusta la nueva versión de la Fierro. Si, sigo aplaudiendo su regreso. Si, espero que regrese a sus mejores momentos. Creo que la mejor decisión editorial fue quitarle la frase “historieta para sobrevivientes” que tenía en sus comienzos, porque todavía muchos de los sobrevivientes aún estamos esperando que de algún lado nos tiren un salvavidas.

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