Lucas - el autor - mostrando el tomito
Hablar del Cazador siempre fue polémico, pero a esta altura sería necio negar la importancia que tuvo para la historieta argentina la aparición de este personaje. Es el emblema del Comic de los '90; un comic de culto que fue calificado como pura transgresión por algunos y como pura basura por otros. Surgido entre varias historias de un fanzine llamado Arkham, allá por marzo de 1990, el Cazador no era el personaje que se esperaba que protagonice algunas páginas de la solemne historia del comic argentino. Este personaje fue creado por Lucas, y en dicho fanzine protagonizó una historia con guión y dibujos suyos. Meses más tarde, entre agosto y octubre de 1990, aparece una miniserie de tres partes, titulada "Las sombras del Apocalipsis" en donde se rescribía la historia aparecida en Arkham y se seguía un poco más allá, con un clima denso y oscuro, influído por el Dark Knight de Frank Miller. Obviamente que la espantosa situación económica de Argentina en esos momentos impidió la continuidad de la publicación, pero el germen del Cazador ya estaba plantado.
En diciembre de 1992 volvió Cazador, editado en formato de comic-book por Ediciones de la Urraca con el título de El Cazador de Aventuras y dirigido por Ariel Olivetti. El equipo creativo se amplió; guiones y dibujos están a cargo de unos jóvenes prometedores: Lucas, Ariel Olivetti, Claudio Ramírez y Mauro Cascioli. Y decir volvió es simplemente un decir, porque este Cazador no era exactamente lo mismo que aquel de origen fanzinesco. No plantea ninguna continuidad con la etapa anterior. La historia transcurre reconociblemente en Argentina, y el personaje, lejos de ser un científico como en sus comienzos, es ahora una bestia bruta, ignorante y soberanamente grosero. Esta etapa es la que está recopilada en este primer tomo de la Biblioteka Cazador.
En su capucha tenía una estrella que aquí fue reemplazada por una cruz invertida. Este Cazador defiende de manera fanática postulados eclesiásticos y vive en una iglesia abandonada. Pero este no fue el único cambio que sufrió el personaje: uno de los cambios fundamentales y que para mí hizo que fuera el éxito que fue en su época, fue la aparición sistemática en la serie de personajes y referencias a la actualidad argentina en forma humorística y sarcástica. Ya no podemos definir una línea argumental clara en la historia sino un contínuo estado de parodia con una (cuestionable por algunos) exacerbación de violencia. Muchos vieron en el Cazador la versión argentina y bizarra del Lobo de Grant/Bisley, pero al alcance de sus manos, como el vecino peligroso que vive a la vuelta de tu casa.
En los primeros años la publicación no puede estabilizarse y sólo aparecen siete números en dos años. Estos siete números a mi modo de ver resumen todo lo mejor del Cazador, y es lo que aparece - repito - incluído en este simpático tomo de tamaño "manga". Algunos comiqueros lo señalan como "la etapa blanco y negro del Cazador". Si no lo tenés es una muy buena forma de acercarte al mito del Cazador; si ya lo tenés también es bueno conseguirlo porque los años no han hecho que el papel en que fue editado en su momento envejeciera demasiado bien, ¿no? De cualquier forma es interesante tener en tu biblioteca un librito de un extraño personaje que se coló en el Olimpo de la Historieta Argentina entre Mafalda y el Eternauta a fuerza de puras puteadas.
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