viernes, septiembre 05, 2008

Una histórica piña al buen gusto

Bueno, y ahora vamos con algo de un tono completamente distinto.

Estamos en una época de un constante descreimiento, es el signo de estos tiempos. Todo lo que uno sabía por cierto desde la más tierna infancia está puesto en duda. Casi nadie sabe por qué, pero lo único seguro es que lo que nos han dicho no es seguro. La verdad está ahí afuera, sí, pero encontrarla... parece que ese es el problema. ¿adónde apuntamos con esto, a algún comentario de un caso de los X-Files? No, Mondoamigos, esto es otra cosa.

Hablemos de Historia, de la Historia de la Argentina. La identidad de un país es su historia, y en este país este es un tema bastante urticante. Lo que nos pasó siempre pareció depender del cristal con que mirábamos las cosas: triunfos y derrotas, alegrías y tristezas, glorias y miserias, vergüenzas y orgullos. Lo que para algunos es de una forma, para otros es lo opuesto. Y así todo se lleva a un Boca - River simplista, que se trata de resolver charlando en la mesa de un bar, en un asado dominguero, en una charla en la Peatonal de cada ciudad, etc. ¿Qué somos? ¿Qué fuimos? ¿Por qué somos así? ¿Hacia adonde vamos? Nuestra identidad es realmente un tema que nos preocupa.

En este contexto, últimamente apareció en los medios una figura de medios radiales y televisivos que propuso una revisión de los próceres y de relatos épicos del país. Con un pueblo ávido de conocimiento y con una gran necesidad de claridad en su pasado, la llegada de Felipe Pigna a los medios con su mensaje apasionado fue tomado por algunos como una solución a sus problemas, como una fuente de sabiduría a la que se puede consultar y encontrar la raíz de esas cuestiones tan irritantes que nos envuelven a veces hasta asfixiarnos. En momentos en donde la Argentina revalúa su imagen ante el mundo, el mediático Pigna cayó como anillo al dedo.

Obviamente que en este posteo no vamos a analizar la calidad del mensaje de Pigna: si es novedoso, si es audaz o en qué contextos dice lo que dice, si es válida la mezcla que aporta con su revisionismo televisivo - llegando a juntar por ejemplo a Mariano Moreno (abogado, periodista y político argentino que tuvo un rol decisivo en la Revolución de Mayo de 1810) con los desaparecidos. Esto lo dejo para otros blogs amigos, aquí estamos en Mondocomic y esto de comics se trata.

Pigna hace unos años atrás lanzó un par de libros que se transformaron en best-sellers, logrando vender más de 500 mil ejemplares de cada uno; cosa que por estas pampas -- y hablando de libros de historia -- no es poco. Debido a este éxito editorial surgió un proyecto apuntado al público infantil y adolescente para divulgar la historia nacional en formato de historietas. Así que este discurso revisionista llega ahora en otro formato, y podría pensarse que gracias a la popularidad de Pigna la historieta argentina podría tomar nuevas fuerzas y recuperar un poco de ese reconocimiento popular que tuvo en sus comienzos y perdió durante las últimas décadas.

Bien Mondoamigos, luego de varios tomos de estas Historietas de Pigna podremos decir algo a viva voz, y espero que nadie se ofenda: esto no es otra cosa que una porquería hecha para la gilada. Insisto, dejo de lado si el mensaje es claro, si es tendencioso o si está plagado de faltas a la verdad. Ya lo dije antes, nuestra Historia como país está llena de contradicciones y todo depende del cristal con que se mire. Pero el hecho es el siguiente: ya que se va a aprovechar la popularidad adquirida en otros medios para ganar nuevos terrenos (y nuevos lectores) incursionando en otro género como es el de la historieta... ¿por qué no hacerlo bien? Una historieta no es una sucesión de cuadritos inmóviles llenos de textos como lo que nos ofrecen estos tomos. No hay una narración cuidada, parece todo hecho a los apurones, la calidad del dibujo es lo más lejano a lo profesional... Realmente abrir uno de estos tomos para leerlos es lo más cercano a la decepción que he experimentado en los últimos tiempos. No alcanza con un discurso moderno que baja a los próceres del bronce para hacer que una historieta sea interesante. Y a esta altura, ya nadie se conforma con la intención (y suponiendo que la intención no haya sido solamente económica). Para muestras creo que sólo basta un botón: el tomo dedicado a San Martín está narrado en tercera persona... ¿por el mismísimo Pigna? No. Por el caballo blanco de San Martin... Y miren cómo...



Cosas como ésta hacen que uno disfrute cada vez más leer superhéroes, Mondoamigos.

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