viernes, marzo 27, 2009

Vos tenés la palabra: Capítulo 4 - DistopYa

Ya sé, hoy no es miércoles. Pero este nuevo capítulo de Vos tenés la palabra se hizo esperar tanto que merecía salir lo antes posible. Desde hace casi un mes y medio nadie pareció necesitar este espacio que Mondo otorga para hacerse escuchar, pero aquí regresa nuestro Mondoamigo el_bru para darnos una interesante opinión sobre Y The last man, y de lo que nos significa la libertad de leer. Que disfruten esto, y a opinar. No hace falta que se los repita: si tenés alguna reseña comiquera ya sabés que los miércoles vos tenés la palabra:

DistopYa
por el_bru

La imagen de la encrucijada sufrió una suerte de transformación a lo largo del transcurso de la historia de la literatura: dicen que en la edad de oro griega la encrucijada era representada por dos caminos que confluyen en un punto (y forman una cruz, como bien dice la palabra “en-crucijada”), y sin embargo en algún punto de la historia posterior una de las patas de la cruz se perdió y la representación actual de la encrucijada, de la angustia de la coyuntura y de la elección, es la Y, un sendero que se bifurca, para ponernos borgeanos.

Hace poco terminé de leer “Y, the last man” y empecé a pensar en las connotaciones que tiene la Y (la coyuntura, lo bifurcado) dentro de este comic, y me vino a la cabeza la idea de la distopía. A diferencia de la utopía (ou-topos, no-lugar), la distopía es una especie de cálculo y representación de qué hubiera sido el mundo bajo otras circunstancias diferentes a las del nuestro, o sea: la exploración de la otra pata de la Y, la que el destino o los actores de la historia no eligieron.

Una de las virtudes más festejadas de la Sci-Fi es que abre la posibilidad de explorar las reacciones de los hombres bajo circunstancias límite, de explorar, quizás a través de una apuesta alegórica, formas, juicios (y prejuicios), éticas y otras yerbas de la humanidad y sus coyunturas. Éste es el caso de Y…, aún cuando la humanidad quede reducida sólo al género femenino. Es decir: Y… no tiene un planteo y guión misóginos, por el contrario, traspasa la barrera del género para profundizar en lo esencialmente humano sin diferencia de sexo.

No quiero, sin embargo, olvidarme de la Y: su grafía, su forma, aparece sugerida en casi todas las tapas del cómic, representada en algunas viñetas y hasta está utilizada como estructura narrativa de dos maneras:

1) En un artificio (juego) narrativo que hoy se usa bastante: el vaivén temporal (¿les suena a Lost?). Sobre todo en el primer número, pero también en casi todos los demás, la narración nos lleva del “tiempo presente” a otros momentos pretéritos que resultan tener relevancia en la trama de cada número: el desarrollo narrativo de todos los números queda dividido en dos segmentos aparentemente discontinuos pero que guardan entre sí una relación íntima; y

2) El motor de la narración (en sentido estricto: lo que lleva a los protagonistas a moverse, a viajar) es la decisión de a dónde ir (primero al laboratorio de la Dra. Mann, después a buscar a Beth). Eso sirve al guión como matriz para generar situaciones, porque cuando se agota una de las patas de la Y (dicho de otra forma: cuando se termina una tarea) la historia nos lleva hacia la otra pata y nos desvía y nos vuelve a encausar.

Pero por sobre todo, y más allá de virtudes formales, de diseño o de guión, a lo largo de la lectura que hice me pareció que en Y… los personajes y sus razones solamente están presentados, no valorados. Últimamente es algo que trato de buscar y rescatar de las ficciones que consumo, porque me da la sensación de que en los productos de corte masivo esta clase de valoraciones éticas ya vienen hechas de antemano. Posiblemente sea porque me disgusta bastante que quienes me dan para consumir una ficción no me dejen, aunque más no sea, tomar algunas decisiones, hacer algunos juicios y también algunas apuestas en el juego potencialmente infinito de las lecturas.

Entonces, ¿están bien o mal las razones de las amazonas? ¿están bien o mal las razones de Alter? ¿están bien o mal las razones de Rose? ¿y las razones de la Dra. Mann? Las dos cosas, en todos los casos.

(En algún pasaje de la historia, algún personaje le pregunta al protagonista, Yorick, por qué no abrió o cerró juicio moral contra determinado actor. Esa volatilidad moral quizás nos la esté pidiendo el guionista a nosotros, no para la vida, pero sí para la historia: dejar de pensar en lo esencialmente bueno o malo para poner la moral en contexto y juzgar según la encrucijada particular).

Las coyunturas ante las que se encuentran los personajes son las que obligan al lector (inmerso en la coyuntura de la ficción) a producir sus juicios desde (y ubicarlos en) una zona gris. Creo que esa imposibilidad de decisión inquieta al lector, sobre todo en esta época en la que las decisiones son tomadas por nosotros. Ningún personaje de Y… hace o hizo todo bien, todos tienen una mancha en su prontuario, y esto nos pone, como lectores, en una situación diferente a la que nos acostumbran la mayoría de las ficciones que nos rodean, en las que los malos son muy malos y los buenos son demasiado buenos (son “buenudos”, podría decirse) y nos quedan muy pocas cosas por sopesar y reflexionar; se nos quita la libertad de ser lectores-jugadores, nos roban la lectura como juego y el juego de la lectura. Se nos quita (de) la coyuntura en la que nos pone la ficción-juego, se nos coarta, en definitiva, la libertad. Y cuando perdamos la libertad de la lectura, me parece, vamos a estar perdidos.

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