viernes, julio 11, 2008

Dando cátedra de buen cine compactando basura

Mondoamigos, vuelvo a confirmar que este año es uno de los mejores para ir al cine a ver buenas películas. Sin dudarlo.

¿Còmo podríamos catalogar a Wall-E? Podríamos friamente decir que es el noveno largometraje animado de Pixar, cosa que ya de por sí nos da la pauta de gran calidad. Decir esto no alcanza. Podríamos decir que estamos frente a una excelente obra de ciencia ficción llevada a la pantalla grande, pero esto tampoco le hace justicia a esta película. Podríamos decir que desde que Chaplin apareció en pantalla no apareció alguien que sin hablar nos haya conmovido tanto. Podríamos decir que es más que todo eso, que sencillamente es una obra maestra única en su género, y quizás con esto nos estemos aproximando a la realidad.



No es fácil llevar al cine con altura una historia que tiene sus raíces en el Apocalipsis. Menos aún si es una película de Disney animada dirigida (supuestamente) al público menudo. Pero Andrew Stanton (un director de cine de animación cuya película anterior fue una sencilla historia de pececitos llamada Buscando a Nemo...) no sólo que consigue hacerlo sino que se descuelga con un relato de ciencia ficción apocalíptico optimista. Disfrazada superficialmente como una historia de amor entre robots, nos dice que lo peor está por venir pero la Humanidad será capaz de reconectarse con sus raíces, no importa cuánto pase. Insuperable.




Uno no puede dejar de sorprenderse con ese terrible comienzo de rascacielos de basura y de una árida soledad pocas veces tan lograda como en estas escenas. Esta no es la clásica película animada para chicos de estos tiempos. ¿Dónde están los chistes ordinarios y las referencias pop con las que nos identificamos rápidamente? Bueno, chistes ordinarios no hay... y las referencias pop están para aumentarte ese sentimiento de pérdida y nostalgia de una Humanidad que ya no está, a la que un simpático robotito compactador de basura se aferra entre cintas de VHS de Audrey Hepburn, cucharitas de plástico, cubos de Rubik y guirnaldas navideñas.



En un punto esta película te remite instantáneamente a esas películas sombrías de ciencia ficción de los años '70 (yo esperaba ver aparecer en cualquier momento a Charlton Heston o Tony Franciosa, je), y hasta la aparición de los humanos en pantalla realmente uno se olvida que está viendo una película animada. Quizás esta aparición le cause un shock a más de uno de los espectadores adultos, por ser humanos con la estética de los humanos de Ratatouille y no humanos reales como los que se ven en las publicidades que mira Wall-E al comienzo del filme, pero creo que si no hubieran sido hechos así el tono de esta película hubiera sido terriblemente más sombrío y demoledor innecesariamente.



¿Y qué decir de Wall-E? A algunos les traerá recuerdos del robot de Corto Circuito, a otros directa asociación con R2-D2. Lo que sí podemos afirmar es que Wall-E llegó para meterse directamente en el corazón de todos los espectadores. ¿Cuánto hace que no aparecía un robot en pantalla que pudiera conseguir eso? Hay que darle las más profundas felicitaciones a Pixar por este logro. Vamos, que esta gente logró poner de coprotagonista de un filme a una cucaracha real y hacer que los espectadores le tengan simpatía. Si eso no es un mérito...

No sé cuál será el resultado de la taquilla a fin de año (supongo que el Panda le dará una paliza a este metálico enamorado), pero sin lugar a dudas estamos frente a una obra de arte de la mejor ciencia ficción que ha llegado al cine. En estos tiempos y desde siempre.

Ah, y si no te alcanza con todo esto, la canción final la canta Peter Gabriel.

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