viernes, febrero 13, 2009

Crónica de unas muertes anunciadas

Y bueno Mondoamigos, ya era sabido. Ayer se estrenó Viernes 13 en los cines de mi ciudad y por supuesto me fui a verla. Entonces el primer posteo del día de hoy será dedicado a ese grande del cine de terror pochoclero de nuestro tiempo, que es Jason Voorhees.

Realmente lo que ha hecho grande a Jason fue el público. Convengamos que ninguna de las películas de la saga Martes 13 (como fueron llamadas todas las anteriores por este lado del planeta) son buenas películas. Tan sólo son meros entretenimientos como para pasar hora y media divertidos viendo en patota con los amigotes en el cine (o en video, cosa que las hizo aún más populares). Jason es un personaje que evoluciona filme a filme. No nació tal como lo conocemos ahora, ni siquiera era el asesino de la película que lo inicio todo. Recién en el tercer capítulo de la saga encuentra su distintiva máscara de hockey, que lo transformó en un ícono para toda una generación de adolescentes ávidos de terror. Jason siempre fue una amenaza más tangible para nosotros. Su rival "cinematográfico-mediático" Freddie Krueger tenía carisma, tenía inventiva, tenía humor, pero sólo podía aparecerse en tus sueños, y eso solamente lo hacía menos peligroso que Jason. Uno sabía que si te ibas de campamento y se te ocurría emborracharte, fumarte un porro o tocar una teta se te podía aparecer el loco del machete para hacerte puré. Un tipo de mameluco con cero onda, cero carisma, y cien por ciento expeditivo. ¿Te encontraba? PAF, fuiste, y sus asesinatos eran estratégicamente cada vez más trabajados. Así llegó a protagonizar 11 películas sin mencionar palabra alguna. Todo un logro.

Viernes 13 no es realmente una remake de la primer película de la saga. Se podría decir que es un resumen vigorizado de los tres primeros capítulos. De más está decir que esta no es una película traidora: uno ve lo que fue a ver al cine, nada menos y nada más. Tetas y sangre, pero aggiornadas al nuevo milenio. Los primeros 15 minutos, en donde se resume la mayoría de las dos primeras películas, son de un ritmo atrapante, muy poderosos, y allí vemos que este Jason volvió mejorado. Ya no es ese tipo grandote que se quedaba parado a diez metros mirándote en silencio, es una bestia con machete que se te viene corriendo para eliminarte. Rotundo cambio ese. Eso si, de fondo no podía faltar ese "ch-ch-ch-ka-ka-ka" característico de la saga. Luego de ese comienzo, y parafraseando lo que leí por ahí que me pareció perfecto, la película sufre un poco el síndrome Swordfish: el ritmo narrativo baja, y lo que parecía que iba a ser totalmente nuevo cae en terrenos más conocidos y familiares. Pero como ya dije antes, ¿alguien espera ver algo nuevo y renovador en una remake de Martes 13? El filme no se pone denso ni aburrido, y tiene la duración justa como para que uno se vaya del cine contento. Tampoco vamos a esperar grandes actuaciones en una película de estas (sería demasiada sorpresa). De los muchachos el único conocido es el hermano menor de la serie Supernatural, Jared Padalecki; y las chicas... todas tienen tetas memorables. El director Marcus Nispel cumple con su cometido de revigorizar la franquicia con una estética y una narrativa acorde a estos tiempos (aunque si somos puntillosos, con la remake de The Texas Chainsaw Massacre lo hizo un poco mejor). Esperemos que Michael Bay le siga produciendo películas pochocleras como esta.

Resumiendo, Viernes 13 es lo que todos lo que vamos al cine a verla esperamos ver. Tetas y sangre. ¿Qué más le podemos pedir?

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