Convengamos que hablar de precuelas es casi una mala palabra. Después de lo sucedido con Star Wars, cuando uno se entera que aparece una precuela de alguna película exitosa ya empieza a desconfiar (para los distraídos, una precuela en el cine es una película en donde se narran sucesos que acontecen antes de la (o las) película anteriormente conocida). Por eso, cuando ayer fui al cine a ver Inframundo: La rebelión de los lycans no esperaba demasiado (si soy sincero no esperaba casi nada, y es más, tenía más ganas de ver otra cosa). El anuncio de una película de la franquicia Inframundo sin ninguno de los protagonistas de las anteriores y que no estaba dirigida por el mismo director de las dos anteriores ya daba un poco de mala espina, así que cuando se apagó la luz de la sala y comenzó a proyectarse la película estaba esperando lo peor. Bueno Mondoamigos, debo decir que estaba completamente equivocado.
Este filme sucede en los Años Oscuros, cuando Lucian (Michael Sheen), un joven licántropo (hombre-lobo, lobizón, o como les guste llamarlo), reúne a los Lycans para revelarse contra Viktor (Bill Nighy), el líder de los vampiros. Tanto Lucian como Viktor ya habían aparecido en la saga anteriormente, pero esta es una historia de orígenes, de la creación de las razas y de la razón por la que comenzó la guerra entre vampiros y lycans. Enfocada desde el punto de vista de los lycans, nos encontramos con una película que entretiene, no cansa, y nos sumerge dentro de la mitología fantástica de vampiros y hombres lobo así como los queremos ver (carajo, estos sí son vampiros y no los emos de Crepúsculo).
Obviamente que era un riesgo tremendo no incluir a Kate Beckinsale en este filme. Antes de este filme, la Beckinsale era un sinónimo de Inframundo, y parecía que no tenerla en pantalla era un imposible. Pero para narrar esta historia, la ausencia de Selene era necesaria. Por ello la responsabilidad del éxito de este filme se debe a la presencia de buenos actores en los roles principales. Michael Sheen (que está pasando por un muy buen momento cinematográfico en estos días) está muy bien en su papel de licántropo esclavizado condenado por su amor, y Bill Nighy como Viktor nos da cátedra de lo que tiene que tener un vampiro en la pantalla grande. La presencia femenina en este filme está dada por Rhona Mitra (que hace lo que puede pero está re-buena). Este trío de actores realza la calidad de una muy entretenida película de género fantástico, en donde hay bastante acción, mucha sangre y espectaculares batallas entre caballeros de armadura y lobos (aunque seguramente aparecerán los detractores que digan que esos hombres-lobo se ven muy irreales, muy "CGI").
A pesar de haber sido un villano en la primera película, Lucian es el héroe aquí, y esto le da un nuevo matiz a toda la saga. El drama del romance prohibido entre personajes está desarrollado de forma correcta (y si uno tiene frescos los acontecimientos de los filmes anteriores, ya sabemos cómo va a terminar todo esto porque esta historia fue mencionada en las películas anteriores). El hecho que la historia transcurra en un contexto medieval hace que todo se vea mejor que en las dos entregas anteriores, y dan ciertas ganas de volver a ver las películas pero en orden cronológico para entender mejor las motivaciones de los personajes en las dos anteriores.
Resumiendo, es una instalación digna en la serie, y ciertamente para nada una decepción. Al contrario. Esperaría ver más películas de la saga Inframundo que transcurran en el pasado.
Antílopes
Hace 11 horas.
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