Sobre el asco y otras flores
por el_bru
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El problema de ese remanente, de ese no se qué intraducible, lo podemos buscar tanto en traducciones idiomáticas (inglés a español o también del “español del siglo XII” al “español contemporáneo”) como en traducciones de un lenguaje verbal a uno visual. ¿O acaso nunca les pasó, Mondoamigos, que estaban viendo la película de “una adaptación de tal obra de Jacobo Winograd” y dijeron: “En el libro eso no era así”?
El problema que planteo, resumido en una frase, es si en la adaptación, como proceso, se busca decir “casi lo mismo” que una obra anterior en otro lenguaje o generar una obra nueva y diferente. Pido disculpas por lo drástico de la hipótesis.
Cuando leí el “Informe sobre ciegos” escrito por Ernesto Sábato tuve mucho asco. Yo soy un lector bastante insensible, pero sin embargo el asco estaba ahí, el asco y la paranoia. Y el miedo a los ciegos.
Varios años después conseguí la adaptación que hicieron el viejo Alberto Breccia y Norberto Buscaglia. Yo buscaba disfrutar del arte del viejo, no le ponía muchas fichas a la adaptación, no pensaba en sentir el asco otra vez. Pero me equivoqué. El asco estaba, aunque no era igual.
¿La adaptación había fallado? Creo que no, de ningún modo. Es obvio que no puedo halagar al viejo por una historia que no escribió, pero sí me gustaría hacerlo por cómo la interpretó (tal vez de eso se trate esto de la adaptación).
Un tiempo después de leer el “Informe...” me topé con unas palabras del editor de Rackham, Latino Imperato, acerca de lo que intentó hacer el viejo con los “Mitos de Cthulhu”, que decía: “Debido a su especial preocupación por encontrar el modo de traducir conceptos que fácilmente pueden expresarse con la palabra, pero que son intangibles y que por ello, y en principio, no se pueden dibujar, Breccia se propuso utilizar un material literario muy cercano al universo creado por Sábato. Su investigación se centra, pues, en la elaboración de elementos formales y de un lenguaje plástico que reproduzca, con la mayor fidelidad posible, el horror sugerido y alimentado, pero jamás develado por completo (…)”. Es decir: cuando Breccia se enfrenta con la adaptación tanto de Lovecraft como de Sábato, su experimentación intenta reponer, de la mejor manera posible, todos los horrores indecibles, aquello que es apenas posible plasmar en palabras (de ahí que sea inquietante), mediante artilugios visuales. Y vaya si lo logró.
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Todo aquello que Sábato consigue con parrafadas, Breccia lo resuelve con manchones… O no. ¿Es realmente así? ¿Breccia y Sábato hablan de lo mismo? ¿En sus obras hay un fondo común de significación? ¿Acaso lo que hizo Breccia es ensanchar el horizonte semántico del “Informe…”, o bien (algo peor para los puristas de la literatura), crear una obra completamente independiente y para nada deudora del “Informe sobre ciegos” de Sábato? La decisión final de esta vacilación, como la de la vacilación que produce cada mancha en cada página del viejo, no tiene resolución, ni aquí ni en ningún lado.
Tal vez, quizás, en ese avance del dibujo sobre la palabra es donde la obra del viejo encuentra su mayor vigencia. Y es que, en estos días en los que los “teóricos” de la historieta como Scott McCloud participan de la vanguardia intelectual sospechando los escasos límites de la historieta digital, proponiendo quimeras borgeanas como páginas imposiblemente largas, la línea fuerte, la forma definida en el papel, son moneda corriente en el campo de la historieta. Y de la subversión gráfica son pocos los que se acuerdan.
¿Quién vigila a los vigilantes?
por J. Jacobo Gaxiola S.
Watchmen es una historia de superhéroes, retratados de tal forma que los hace lucir reales dentro de un mundo que es una broma del nuestro, una critica sobre la sociedad de Norteamérica y su sistema político, plagado de tantos detalles que retan a los lectores a descubrirlos y estructurada de una forma parecida al funcionamiento de un reloj, tan perfecto como cualquier clásico literario.
La historia se desarrolla en Nueva York a mitad de la década de los 80's en plena guerra fría y donde Nixon es aún presidente de Estados Unidos (debido a su victoria en Vietnam). La trama comienza con Rorscharch - el único héroe activo ilegalmente (que se asemeja a un detective violento en extremo) - investigando la muerte del Comediante - un héroe al servicio del gobierno. Su investigación lo lleva a visitar a todos los demás personajes de la historia, donde poco a poco se nos presenta a Búho Nocturno, Ozymandias, Dr. Manhattan y Silk Spectre II, todos ellos retirados o al servicio del gobierno.
En el mundo de Watchmen, los héroes encapuchados aparecieron justamente cuando estos se inventaron: en los años 30’s; así es que los héroes de Watchmen toman su inspiración de los héroes clásicos como Superman y Batman a los cuales conocieron por las paginas del comic, tal y como sucedió en el mundo real. A esta primera generación de héroes le sucedió otra y es así que nos topamos con los protagonistas de la historia, los cuales estuvieron activos hasta mediados de los 70`s donde una acta dictamina que los héroes son ilegales y deben retirarse.
Con el transcurso de la narración el lector llegara a pensar que dicho complot existe, pero ¿Quién? o ¿Por qué? son las dudas que se despejaran solo un poco antes del final de la historia.
Lo profundo de sus personajes, los detalles escondidos, la excelente narrativa, entre otras muchas, muchas cosas, hacen de Watchmen un comic que no se debe dejar pasar, publicado originalmente por DC Comics en 1985 en 12 tomos de soberbia calidad y mas recientemente una edición especial de un solo tomo, en un maletín de cuero negro que viene con comentarios detallados sobre los personajes por Moore, diseños de Gibbons, el argumento, el guión y los bocetos completos del numero 1 y todo el material promocional, que solo se pudo conseguir por un corto tiempo en librerías especializadas en los Estados Unidos. También hay una versión en castellano por la editorial española Zinco.
De cualquier modo si la encuentras, léela, no te arrepentirás. Lo mejor de lo mejor.
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