Bueno, acá viene la reseña que mencioné algunos posteos atrás de material made in Argentina que anduve leyendo estos últimos días. Son cuatro obras que me gustaron, en distinta proporción, que dan muestra de las cosas buenas locales que se pueden encontrar en estos días en las librerías y comiquerías.
Vamos primero con El Campito. Esta obra publicada en forma conjunta por Loco Rabia Ediciones (Argentina) y el grupo Belerofonte (Uruguay) está escrita por Diego Agrimbau y tiene arte de Hernán Gutiérrez. Se la podría encasillar dentro de las novelas gráficas costumbristas, realistas, cotidianas, esas que nos cuentan anécdotas de vidas comunes. Según relata la historia, allá por 1987 por lo menos cuatro o cinco personas morían cada mes atropelladas en las vías del Ferrocarril Sarmiento en el barrio de Flores (solamente en el tramo que va desde la Avenida Nazca hasta la estación Floresta). Por lo tanto los terrenos que estaban junto a las vías eran una zona de juegos atractiva e inquietante para los chicos del barrio. Ellos los llamaban simplemente El Campito, y una de las mayores hazañas que allí se podía realizar era obtener una pertenencia de alguno de los atropellados por los trenes. En este marco conocemos a Luis, Pedro y Figaza: Tres amigos preadolescentes que definirán sus futuros con las experiencias que convivirán en esos días. El arte es agradable y la historia transcurre con un ritmo tranquilo, pero debo confesar que - aunque me gustó - todo me iba preparando como si presenciara la calma antes de la tormenta final, y al final la tormenta me resultó un pequeño chubasco. Quizás sea por las características con que fue realizada esta obra, que comenta Agrimbau al final del libro, pero esa sensación de metáfora chiquita que concluye de manera rápida no me termina de justificar el clima inicial de la historia.
Luego llegó a mis manos Grosso Mal de Ernán Cirianni (también de Loco Rabia Ediciones). Este libro es algo realmente único. Cuando lo miras así de ojito, el arte puede espantarte un poco, parece hecho a los apurones, mal terminado, como para mostrarlo a los amigos y matarse de risa. Pero al empezar a leerlo es como que te olvidás de eso... es más, es parte de la experiencia ese arte desenfadado, casi infantil y plagado de faltas de ortografías dolorosas. En esta obra conocemos a un personaje llamado casualmente Ernán que conversando con su esposa descubre que toda representación de Dios es histórica y arbitraria, entonces se propone a sí mismo como un Dios para estos tiempos: con más tetas, una Ferrari, un diente de oro y un rolex. Con esto se lanza a protagonizar su Evangelio, consiguiendo una cerveza de fiado en un mercadito chino, una virgen que da a luz sandías y una muerte y resurrección en una orgía. Una blasfemia total, la irreverencia hecha historieta... pero la forma en que está contado todo esto es graciosísima. No es para cualquiera, pero vale la pena darle un vistazo.
También leí la primera recopilación de Batu, la tira que Tute publica desde diciembre de 2007 en el diario La Nación, editada por Editorial Sudamericana. Las tiras protagonizadas por chicos ya son un género aparte dentro de la historieta, existiendo ya clásicos imposibles de superar ya sea por innovación o por genialidad. Las mejores tienen un que se yo que las distingue, que nos remonta a ese mundo querido y lejano de nuestra propia infancia. Batu plasma perfecta y sencillamente el universo de un niño pequeño, sin la necesidad de ir contando chistes tira tras tira, y sin pretensiones de ser algo más que lo que cuenta (y eso es precisamente lo que la hace grande). Acompañado de su amigo Boris (un retrato de los niños de estos días, que vive conectado a la internet, a su celular, creando otro submundo dentro de su mundo infante) y de su perro , Batu no tiene ni pretende tener una doble lectura al estilo Mafalda, sino que es simplemente una exploración a ese mundo infantil en el que todos supimos estar. Obviamente que tendrá puntos en común con aquellas otras populares tiras de niños (las conversaciones con su perro al estilo Calvin & Hobbes o el corte de pelo Mafaldesco) pero no es nada más que eso. E insisto, no se trata de una recopilación de chistes, hay momentos de tremenda ternura e ingenuidad que hacen que este libro se vuelva un placer inesperado.
Finalmente leí otra recopilación de una tira argentina, un llamativo - y lujoso - libro de Editorial Sudamericana que incluye las primeras tiras publicadas en el diario La Nación de Jim, Jam y el Otro, de Max Aguirre. Este recopilatorio de Jim, Jam y el Otro nos cuenta la historia de tres amigos que viven en Buenos Aires, que en clave de humor van reflexionando sobre la vida, el amor, el trabajo, y a veces se encuentran involucrados en situaciones curiosas y desopilantes, ya sea de vacaciones, en un circo o relacionándose con mujeres. Nos encontramos además con tiras en donde presenciamos la infancia de ellos - en donde ya eran amigos - y otras en donde los vemos ya ancianos - y siguen compartiendo su amistad. Lo único que no comparten con el lector - y esa es una de las genialidades de esto - es saber quién es quién en ese inseparable trío. Nunca se llaman por los nombres, así que no sabemos quién es Jim ni quién es Jam (y menos quién es el Otro). La edición y la estética del tomo son excelentes, el arte es genial y a todo color. Es más caro que el resto de los comentados, pero vale la pena tenerlo en la repisa.
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