sábado, junio 13, 2009

No es fácil moquear con los anteojos puestos

A esta altura del año ya se ha vuelto un clásico el estreno de un nuevo filme animado de Pixar, y también se ha vuelto costumbre que este estreno sea uno de los mejores filmes animados que veremos en el año. Bueno, quizás esta costumbre se quebró el año de Cars, pero convengamos que es la excepción que confirma la regla, ¿no? Este año le tocó el turno a Up: Una aventura de altura (como se la llamó por estas pampas), película que aparte de cargar con el peso de ser el estreno de Pixar del año carga con el karma de venir después de Wall-E. ¿Cómo poder superar, o igualar, esa conmovedora historia de amor entre robots en un futuro desolado? Simple, contando otra historia de amor.

No por nada en su país de origen esta película no es apta para todo público. Por más que existen esos personajes con los que los niños pueden identificarse, divertirse y comprar a la salida los muñequitos de su Cajita Feliz, este filme es una muestra de lo que se puede contar de forma directa, simple y adulta, sin menospreciar al público de cualquier edad que concurre a ver esta animación. Ahí está la renovación de esta película con respecto a las animaciones anteriores. El protagonista no es una rata, ni un pececito, ni una hormiga, ni juguetes que cobran vida: es un hombre que ha llegado casi a los ochenta años, amargado y gris por las vicisitudes de la vida. Un viejo gruñón, al que entendemos y queremos porque lo conocemos desde que era chico e iba al cine a ver esas variedades en donde se contaban las aventuras de ese explorador en Sudamérica que él tanto admiraba.

Acá hago mención a algo que todavía estoy pensando: No se si me hubiera convenido haber visto esta peli en el 2D de siempre y no en el moderno 3D en que lo vi. No porque el 3D sea malo, ni porque la película no esté hecha con enfoques efectistas arrojando cosas a la cámara. Simplemente porque no es cómodo lagrimear con los anteojos puestos. Y sí, te diría que te la ves venir, y ya desde los primeros diez minutos de película podés llegar a moquear (no voy a revelar nada demasiado grave, pero ver en una película animada de Disney una sutil escena de un matrimonio enterándose que no pueden concebir hijos me resultó inesperada, poderosa y trangresora a la vez).

Es bueno entrar al cine sin mucho más dato que saber que hay una casa de madera en un barrio de gente de clase media, un viejo gruñón, un simpático vecinito oriental, un problema en el barrio (y con esto estoy contando Gran Torino, ¿no?)... Jua, en varios lados de la red vinculan a Up con la última del viejo Eastwood, y si les digo la verdad... de ambas películas salí con el mismo sentimiento de haber visto algo fabuloso pero llevando una tristeza interna profunda. Y bueno, me pegó así. (Ahora que pienso, Wall-E también me dejó triste luego de su final felíz. Será el nuevo estilo de Pixar, como ya funcionó para qué cambiarlo).

Yendo al punto entonces, Up resulta ser un viaje increible; una catarata de sensaciones, emociones, alguna que otra lágrima y varias carcajadas, protagonizada por un anciano y un nenito que comparten y complementan su espíritu aventurero y sus soledades. Otra obra de Pixar destinada a convertirse en un clásico.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

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