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Llegó el día, amigos. Ayer se estrenó
Terminator: La salvación en los cines de mi país, y como no podía ser de otra forma por lo desesperado que soy, anoche fui a verla. Obviamente, creo que todos los que estamos entre los 30 y los 40 tenemos dentro de nuestros corazones al frío
Terminator. Cuando chicos o adolescentes se nos quemaron las neuronas viendo un thriller
cyberpunk que nos causaba paradojas temporales en nuestras pequeñas cabecitas, y ya cuando jovenes al recibir la segunda dosis de
Terminator en cine nos volvimos fanas rabiosos de
Arnold, de
Cameron y de la
gotita asesina. Y ni hablar de los
Guns. Cuando grandes llegó la tercera, y no estaba dirigida por
Cameron sino por
Jonathan Mostow. La película era bastante consistente dentro del
Universo Terminatoril, pero esa
Terminatrix nunca me terminó de gustar y
Arnold ya lucía como con las pilas sulfatadas. ¿Cómo nos sentimos cuando nos enteramos que se venía una cuarta película de
Terminator, tampoco dirigda por
James Cameron y esta vez sin
Arnold pero con
Bruce Way... perdón, con
Christian Bale haciendo de
John Connor? Una mezcla de excitación, duda, miedos... que fueron disipados anoche en cuanto se apagaron las luces de la sala.
El director de esta cuarta entrega es McG. Este tipo que vino de hacer videoclips para Korn, Cypress Hill y The Offspring, fue el que le dió otro sentido a los Ángeles de Charlie, dirigiendo las dos películas de estas chicas (la primera un golazo, la segunda más floja pero con Demi Moore más caliente que el Sahara) y transformándolas en un producto ideal para el pochoclo y la MTV. Luego estuvo relacionado con varios proyectos (inclusive iba a dirigir Superman) pero se descolgó con una película onda Hallmark llamada por esta zona "Somos Marshalls" (que fue directo a DVD) protagonizada por los Matthew del momento (McConaughey y Fox) en donde no había ni un tiro ni una persecusión ni una escena de acción. Y nada más. Era hora que McG volviera a filmar alguna película en donde la acción sea el principal protagonista.
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Bien, ¿de qué trata esta cuarta entrega? Si vamos a hacer un resumen violento y encuadrado dentro del
Universo Terminatoril, acá se tratan tres temas:
John Connor se encuentra con su padre por primera vez; se explica cómo
John Connor se vuelve el líder de la resistencia humana ante
Skynet; y se muestra cómo
John Connor recibe ese tajo que tiene en la cara. Lo más significativo de todo es que después de ver la película uno no puede decir que el protagonista sea
John Connor, sino que resulta ser un nuevo personaje con el que abre y cierra la película y que sin dudarlo cosechará fanáticos de aquí en adelante:
Marcus Wright (encarnado por
Sam Wortingthon), un tipo condenado a muerte en el 2003 que firma un contrato con
Cyberdyne para que dispongan de su cuerpo. Aquí me gustaría destacar lo único malo que tiene para mí la película, y que no es otra cosa que su venta (
trailers, action figures, fotos promocionales). La película pierde cierta sorpresa al haber visto escenas o muñequitos de
Marcus, cosa que si uno llegara al cine "
virgen" de conocimiento podría llegar a deducir lo que este personaje representa pero no saberlo desde el arranque. No pienso decirlo yo, pero si ya viste los trailers... te perdés media hora de suspenso.
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La película tiene un ritmo alucinante e impactante; la cimeatografía es adecuadamente oscura, perturbadora, árida, devastadora; las escenas de acción son tremendas (y
McG volvió a hacer una escena de misilazos en un puente antológica); los
Terminators se ven más amenazadores que nunca... y lo que todos esperamos que aparezca, aparece. También es de destacar lo adecuado del casting. La actuación de
Anton Yelchin como la versión adolescente de
Kyle Reese (el padre de
John Connor) es digna de ser mencionada. Este muchacho no me había terminado de convencer en
Star Trek encarnando a
Chekov, pero acá es una cosa completamente diferente. ¡Uno llega a convencerse que este pibe es
Michael Biehn de chico!
Por la red se pueden leer muchas críticas que destrozan la película. Bueno, esta no es una de esas. Ya lo dije y lo repito: me gustó. Es más, me gustó muchísimo. Me pareció que esta va a ser otra de las películas que definirá al 2009 como el año de renovación de las franquicias cinematográficas (por ahora junto a Star Trek y Wolverine). Se puede hacer una película de Terminator sin Arnold. Ah, y aquellos que argumentan que la película tiene un guión lleno de agujeros e incongruencias temporales... ¿qué fueron a ver? ¡Es Terminator!
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