jueves, junio 25, 2009

Fierros, peleas y chicas calientes 2: Más de lo que pueden ver tus ojos

Bueno, el martes a la noche tuve la oportunidad de ir al cine a una avant premiere de la película Transformers: La venganza de los caídos. La verdad es que suelo ir a este tipo de eventos (es una interesante manera de ir al cine gratis y además ver un poco antes las películas, cosa que a un fanático enfermito como yo le gusta bastante) pero esta vez fue la primera en que me sucedió (a mí y a todos los que fuimos a esa función) algo particular... a la entrada de la sala fuimos “palpados de armas”.

Todas las personas que entraban a la sala debían dejar sus celulares si tenían cámara (o sea, casi todos) y te deban un numerito para retirarlo a la salida. Los bolsos, carteras y mochilas eran requisados y uno debía abrir las camperas para mostrar que no ingresaba con una cámara (e incluso algunos fueron palpados). Esto me resultó extraño y paradójico ya que la empresa que organizó esta avant premiere es la misma con la que me conecto a la red y la que me permite acceder a sitios en los cuales veo que desde el domingo pasado hay versiones de esta película colgadas para aquellos que deseen piratearla. Esto me tomó completamente por sorpresa y en parte impidió (en mi caso) que disfrutara totalmente de la proyección, ya que todos los celulares fueron puestos en un carrito a la entrada/salida de la sala (dentro de la sala) y cuando a mitad de la película algunos comenzaron a sonar, los encargados comenzaron a revisar uno a uno los teléfonos molestando con la luz y causando una natural preocupación a los que dejamos los fonos como rehenes.

Pero bueh, vamos a lo que nos interesa en este posteo: la película. En el Olimpo de los Directores Pochocleros, ya desde hace rato Michael Bay tiene ganado un altar. El tipo tiene una forma particular y publicitaria de filmar sus películas; en algunas queda espectacular y en otras queda desentonando de manera alevosa. No puedo borrar de mi cabeza aquellas incongruentes escenas de Armageddon cuando a horas de que un meteorito se estrelle contra la Tierra Affleck y la Tyler jugaban despreocupadamente en el pasto con Aerosmith de fondo, como que el conocimiento del fin del mundo cercano queda en segundo plano cuando tenés cerca el pupo de la Tyler (quizás habría que hacer un estudio exhaustivo de esto en un futuro). Y esa clásica toma a la Bad Boys tiene que estar en todo film, empezando a dar vueltas alrededor del protagonista con el fin de mostrar qué buen ángulo y dominio de la escena tiene, o para marear al espectador nomás.

Acá debo aclarar que yo no soy un fanático de la primer película de los Transformers. Me entretuvo pero no me voló los pelos, para decirlo clarito. Una de las razones de esto quizás sea la presencia de Shia LeBouf, un muchachito que todavía no me llega a convencer del todo, y el peso que Bay le otorgó en la historia haciendo que su personaje sea más relevante a la historia que cualquier Autobot o Decepticon. Con todo esto, fui a ver esta segunda entrega de los Transformers en pantalla grande. ¿Y con qué me encontré? Bueno, esta película tiene algo a favor: al no tener que perder tiempo en la presentación de personajes, arranca a todo lo que da y tenemos ya desde los títulos acción al 100%. Si uno va a ver una película de los Transformers lo que quiere ver es eso: cosas mecánicas de todos los días que se transforman en robots gigantes que se dan tortazos en grandes ciudades destrozando todo lo que los rodea. Luego de esos 10 o 15 primeros minutos espectaculares podemos decir que comienza la trama... que está basada en lo mugriento que es el personaje de LeBouf. Resulta que el pibe guardó de recuerdo en su armario el buzo con el que luchó contra Megatron sin lavarlo, y ahí le quedó una astillita del cubo ese que tenía la chispa para crear Decepticons. Esto nos lleva a otra escena bastante buena en donde los elementos electrónicos de la cocina toman vida y quieren destruir el hogar de este chico (y debo decir que me hizo acordar demasiado a Gremlins). A todo esto, ya empezamos a ver a Megan Fox en pantalla y esto hace que la cosa vaya mejorando aún más. Y sí, fierros, peleas y chicas calientes: esta es una película dirigida especialmente al público con testosterona a full.

¿Pero qué sondeo hizo Miguelito Bahía como para poner algo más que esto? Quiero decir, hay escenas (largas escenas) de los padres de Sam (LeBouf) (una pareja imbancable), hay charlas con el compañero de cuarto de la Universidad completamente inútiles, y la cámara empieza a dar vueltas alrededor de la gente y en cámara lenta por cualquier cosa. Cuando los robots dejan de estar en escena y la cosa depende de la "historia de los humanos" es cuando todo se vuelve un bodrio insostenible. Las escenas y discusiones entre militares y gobierno parecen escritas por menores de edad, totalmente inverosímiles. Pero bueh, cuando ya uno está por comenzar a abuchear aparecen los Transformers a darse tortazos y todo vuelve a su esplendor. Y la escena en Egipto sobre las pirámides es apoteótica, digna de aplausos. Este ritmo de ir entre escenas buenísimas y escenas al dope me llegó a cansar un poco, sobre todo porque la película dura más de dos horas y media (esto hubiera sido completamente solucionado con buenas decisiones en la mesa de edición, media hora menos no hubiera afectado en nada a la peli).

De más está decir que recomiendo que vayan a verla al cine, es una peli para cine (y ni me quiero imaginar cómo se verá esto en IMAX). En promedio entre el bodrio y lo genial, la película logra sacar un aprobado. Como la mayoría de lo hecho por Bay, ¿no?.

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