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Todas las personas que entraban a la sala debían dejar sus celulares si tenían cámara (o sea, casi todos) y te deban un numerito para retirarlo a la salida. Los bolsos, carteras y mochilas eran requisados y uno debía abrir las camperas para mostrar que no ingresaba con una cámara (e incluso algunos fueron palpados). Esto me resultó extraño y paradójico ya que la empresa que organizó esta avant premiere es la misma con la que me conecto a la red y la que me permite acceder a sitios en los cuales veo que desde el domingo pasado hay versiones de esta película colgadas para aquellos que deseen piratearla. Esto me tomó completamente por sorpresa y en parte impidió (en mi caso) que disfrutara totalmente de la proyección, ya que todos los celulares fueron puestos en un carrito a la entrada/salida de la sala (dentro de la sala) y cuando a mitad de la película algunos comenzaron a sonar, los encargados comenzaron a revisar uno a uno los teléfonos molestando con la luz y causando una natural preocupación a los que dejamos los fonos como rehenes.
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Acá debo aclarar que yo no soy un fanático de la primer película de los Transformers. Me entretuvo pero no me voló los pelos, para decirlo clarito. Una de las razones de esto quizás sea la presencia de Shia LeBouf, un muchachito que todavía no me llega a convencer del todo, y el peso que Bay le otorgó en la historia haciendo que su personaje sea más relevante a la historia que cualquier Autobot o Decepticon. Con todo esto, fui a ver esta segunda entrega de los Transformers en pantalla grande. ¿Y con qué me encontré? Bueno, esta película tiene algo a favor: al no tener que perder tiempo en la presentación de personajes, arranca a todo lo que da y tenemos ya desde los títulos acción al 100%. Si uno va a ver una película de los Transformers lo que quiere ver es eso: cosas mecánicas de todos los días que se transforman en robots gigantes que se dan tortazos en grandes ciudades destrozando todo lo que los rodea. Luego de esos 10 o 15 primeros minutos espectaculares podemos decir que comienza la trama... que está basada en lo mugriento que es el personaje de LeBouf. Resulta que el pibe guardó de recuerdo en su armario el buzo con el que luchó contra Megatron sin lavarlo, y ahí le quedó una astillita del cubo ese que tenía la chispa para crear Decepticons. Esto nos lleva a otra escena bastante buena en donde los elementos electrónicos de la cocina toman vida y quieren destruir el hogar de este chico (y debo decir que me hizo acordar demasiado a Gremlins). A todo esto, ya empezamos a ver a Megan Fox en pantalla y esto hace que la cosa vaya mejorando aún más. Y sí, fierros, peleas y chicas calientes: esta es una película dirigida especialmente al público con testosterona a full.
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De más está decir que recomiendo que vayan a verla al cine, es una peli para cine (y ni me quiero imaginar cómo se verá esto en IMAX). En promedio entre el bodrio y lo genial, la película logra sacar un aprobado. Como la mayoría de lo hecho por Bay, ¿no?.
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